Las chicas jóvenes tienen como principal preocupación respecto a su piel el saber cómo ocultar las espinillas y hacer experimentos con el maquillaje. Si cualquiera de nosotras, con esa edad, nos hubiéramos preocupado de prevenir las arrugas y las patas de gallo, ahora tendríamos una piel mil veces más joven.
Según los dermatólogos profesionales, la lucha contra los signos del envejecimiento prematuro, debería comenzarse a los 20 años. En esa etapa del desarrollo tendríamos que tomarnos ya muy en serio el cuidado de nuestra piel, protegiéndonos de los efectos del sol, manteniéndola hidratada, evitando las agresiones externas e internas y todo lo que retrase el proceso natural de envejecimiento de la piel.
Las necesidades, forma y composición de nuestra piel, van cambiando notablemente a medida que vamos envejeciendo. Lamentablemente, la industria cosmética y del cuidado de la piel tiene una aproximación distinta. Ellos prefieren desarrollar y comercializar productos para tratar problemas específicos de esas mujeres -acné y manchas, piel grasa o demasiado seca- que verdaderamente concienciar a las jóvenes de los beneficios de prevenir.
Cuando hablamos de un tratamiento para la piel indicado para múltiples problemas, se deben meter en la coctelera muchos aspectos y frentes, como los diferentes niveles de hidratación, limpieza y exfoliación, ayudas a la producción natural de colágeno y elastina… La gravedad e importancia de estos problemas depende mayormente de la edad, aunque cada piel es un mundo.
Por estas razones, hay algunas empresas que comienzan a probar cremas cosméticas capaces de competir con la cirugía plástica en muchas facetas concretas de la lucha contra el envejecimiento. Como resultado de las primeras investigaciones, se están desarrollando soluciones específicas y únicas con ingredientes tópicos, diseñados para cada una de las llamadas cuatro décadas, que es cuando la piel sufre los cambios más importantes y significativos -los 20, los 30, los 40 y los 50 años respectivamente.
Para este fin, se llevó a cabo un estudio con las cremas durante ocho semanas, con mujeres comprendidas entre esas edades, para poder probar el efecto concreto que las distintas cremas tenían sobre las pieles. En intervalos de cada dos semanas, los rostros de las mujeres se iban fotografiando, analizando y tomando nota de los cambios apreciables en su piel.
En los resultados, alrededor del setenta por ciento de todas las mujeres contenidas en la muestra, notaron un apreciable aumento en la hidratación de su piel, tan sólo en las dos primeras semanas. Y al final del estudio, ya casi el 100 por 100 de las mujeres informaron de apreciar resultados positivos muy significativos en los signos la edad que presentaban al principio tras usar estas cremas. Por tanto, las expectativas siguen altas.
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